viernes, diciembre 14, 2007

La ausencia de Tess

Desde algún lugar del pasado sufría una macedonia de sentimientos, una sensación de fragilidad que en el arrastre de bajadas de mareas dejaba al descubierto las conchas del alma, algas semejantes a telarañas colgantes que enmarañaban y confundían. "C'était maintenant une histoire finie comme des arbres morts" se repetía a sí mismo. Pero la imagen de Tess le golpeaba en ritual de huella permanente, carne podrida en marca natural como la mejilla izquierda de un violinista. Acababan siempre en cualquier hotel perdido elegido al azar, cribando las horas con filtro renal retentor de elementos vitales y excretando los deshechos de pensamientos con arena de amargos recuerdos de sal. Recordaba aquella flor en el piano, el matrimonio escrupulosamente ordenado en estanterías de días encuadernados que atrapaban las ilusiones de ambos, mariposas atravesadas con alfileres asustando a niños asombrados. A veces incluso buscaba chicles bajo sus zapatos que, aplastados y pegajosos, explicaran el anclaje al suelo que les impedía avanzar con fluidez. Y elegía entonces un adagietto profundo y triste como la mirada de un perro abandonado. La buhardilla entreabierta y la luz lunar de aquel martes de diciembre hacía cobrar vida al olvido de la estatua de Atenea robada por piratas. Pero ya no está la flor, ni la luz, ni la música,..sólo el silencio y la lluvia. Y se repliega cambiando el aire alrededor suyo, mientras los recuerdos resbalan por los cristales para ser llevados a la nada ausente de magia, el espacio vacío exento de ella como habitaciones sin muebles, paraguas mojados que se tiran inservibles, cuencas sin ojos en caras apáticas esperando ser de nuevo poseídas por el delirio.